Hacia una auténtica interactividad
Una de las características más destacadas de la Internet como novedoso
medio de comunicación es la de la interactividad, es decir, la posibilidad
del receptor de relacionarse con el emisor – entendido éste en el sentido
amplio propio de la Red – en forma actual e intervenir en la confección de los mensajes, replicar, opinar, realizar cambios y una serie de operaciones de
manejo de la herramienta que se van ampliando día a día.
Los estudiosos han hecho muchas y variadas observaciones acerca de la posibilidad
real del usuario de Internet de interactuar con ella. Lev Manovich afirma que todo receptor realiza una operación psicológica activa en la construcción de una obra
de arte o un artículo periodístico, completando campos, agregando sentidos y asociaciones. En el caso de la WWW, esa incidencia se hace presente, se objetiviza particularmente en el uso del hipervínculo, ésta sí característica exclusiva de Internet.
El lector hace un uso personal y distintivo de los enlaces que lo llevan dentro del enorme caudal informativo de este recurso.
Sin embargo, esta autor se detiene en llamarnos la atención acerca de esa objetivación. Suelen confundirse dichos procesos psicológicos – pertenecientes absolutamente al fuero interno del perceptor – con una estructura externa de vínculos hipertextuales, de existencia manifiesta. Hay toda una tendencia de análisis que enfatiza una supuesta relación entre las tecnologías propias de los llamados “nuevos medios” como representaciones del razonamiento. En todo caso, serían proyecciones del pensamiento del diseñador de la página Web y las selecciones que realiza para introducir links, guiando de este modo a su audiencia hacia las asociaciones de distinto tipo de “su” mente.
Esto significaría, en el análisis de Mano Vich que todo usuario tiende a obedecer la lógica aportada por el web master, aprendiendo de esta manera una serie de datos y de formas de relacionarlos acordes a la idiosincrasia del sitio. Y finalizar, por lo tanto, llegando a las conclusiones y afirmaciones del autor.
Si esto fuera así en forma exclusiva, la interactividad quedaría reducida a una visita guiada por un recorrido en la Web.
Otros autores, en cambio, apuestan a las habilidades críticas del usuario: desde el cuestionamiento a la credibilidad de la fuente – aspecto fundamental para manejarse en la red, especialmente en el campo periodístico -, a la posibilidad de utilizar todas las herramientas que proporciona Internet para realizar rutas propias y personales. El uso del “favoritos”, donde se registran marcas sobre los textos de importancia; el “historial” que permite conocer las estaciones por las que se ha pasado a lo largo del camino, la posibilidad de visualizar varias páginas a la vez y los muchos recursos propios de la WWW, permiten realizar una interactividad verdadera. Una interacción con la Web que se someta a nuestros deseos y expectativas y no a las directivas de los diseñadores.
Por otro lado, conociendo lo valiosa, interesante e inagotable que puede ser este nuevo medio comunicacional, no podemos dejar de lado los métodos más tradicionales (más lentos, sí, pero también efectivos) como el recurrir a las Enciclopedias y diccionarios impresos, a bibliotecas y hemerotecas, a archivos fotográficos y documentales, para contrastar información y llegar a conclusiones originales.
Una de las características más destacadas de la Internet como novedoso
medio de comunicación es la de la interactividad, es decir, la posibilidad
del receptor de relacionarse con el emisor – entendido éste en el sentido
amplio propio de la Red – en forma actual e intervenir en la confección de los mensajes, replicar, opinar, realizar cambios y una serie de operaciones de
manejo de la herramienta que se van ampliando día a día.
Los estudiosos han hecho muchas y variadas observaciones acerca de la posibilidad
real del usuario de Internet de interactuar con ella. Lev Manovich afirma que todo receptor realiza una operación psicológica activa en la construcción de una obra
de arte o un artículo periodístico, completando campos, agregando sentidos y asociaciones. En el caso de la WWW, esa incidencia se hace presente, se objetiviza particularmente en el uso del hipervínculo, ésta sí característica exclusiva de Internet.
El lector hace un uso personal y distintivo de los enlaces que lo llevan dentro del enorme caudal informativo de este recurso.
Sin embargo, esta autor se detiene en llamarnos la atención acerca de esa objetivación. Suelen confundirse dichos procesos psicológicos – pertenecientes absolutamente al fuero interno del perceptor – con una estructura externa de vínculos hipertextuales, de existencia manifiesta. Hay toda una tendencia de análisis que enfatiza una supuesta relación entre las tecnologías propias de los llamados “nuevos medios” como representaciones del razonamiento. En todo caso, serían proyecciones del pensamiento del diseñador de la página Web y las selecciones que realiza para introducir links, guiando de este modo a su audiencia hacia las asociaciones de distinto tipo de “su” mente.
Esto significaría, en el análisis de Mano Vich que todo usuario tiende a obedecer la lógica aportada por el web master, aprendiendo de esta manera una serie de datos y de formas de relacionarlos acordes a la idiosincrasia del sitio. Y finalizar, por lo tanto, llegando a las conclusiones y afirmaciones del autor.
Si esto fuera así en forma exclusiva, la interactividad quedaría reducida a una visita guiada por un recorrido en la Web.
Otros autores, en cambio, apuestan a las habilidades críticas del usuario: desde el cuestionamiento a la credibilidad de la fuente – aspecto fundamental para manejarse en la red, especialmente en el campo periodístico -, a la posibilidad de utilizar todas las herramientas que proporciona Internet para realizar rutas propias y personales. El uso del “favoritos”, donde se registran marcas sobre los textos de importancia; el “historial” que permite conocer las estaciones por las que se ha pasado a lo largo del camino, la posibilidad de visualizar varias páginas a la vez y los muchos recursos propios de la WWW, permiten realizar una interactividad verdadera. Una interacción con la Web que se someta a nuestros deseos y expectativas y no a las directivas de los diseñadores.
Por otro lado, conociendo lo valiosa, interesante e inagotable que puede ser este nuevo medio comunicacional, no podemos dejar de lado los métodos más tradicionales (más lentos, sí, pero también efectivos) como el recurrir a las Enciclopedias y diccionarios impresos, a bibliotecas y hemerotecas, a archivos fotográficos y documentales, para contrastar información y llegar a conclusiones originales.
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