domingo, julio 08, 2007

Lo fragmentario y el fin de los medios

La tecnología lo ha invadido todo. A cada átomo del pueblo, y a los pueblos más atomizados.
Bien sabemos que el modo como las personas se comunican está en vertiginoso cambio desde el origen mismo de la Humanidad. Concientes o no, nos aparece cada vez más distante la secuencia de pasos dados por el hombre, desde sus rudimentarios inicios en las sociedades elementales del Neanderthal. Aquellos primeros pasos que tomaron ritmo, agilidad y velocidad a medida que éste ganó en seguridad, comodidad y eficacia para cumplir su necesidad de comunicarse.
Como es innegable, este proceso estuvo acompañado del desarrollo tecnológico en sus diferentes etapas, como lo demuestra la interminable pasarela cronológica por donde desfilaron los distintos soportes del mensaje: el iPod, la palm multifunción, la cibertelefonía, el acceso a la red de Internet, la fibra óptica, la notebook, las primeras generaciones de computadoras de diferentes tamaños y usos; la videocámara digital, el fax, el satélite, el télex, el teléfono, la televisión, la radiofonía, el telégrafo, el automóvil, el ferrocarril; la máquina de escribir, la imprenta, el papiro, la escritura en cavernas y objetos, los signos rituales, la voz, los gestos y la mirada.
En este proceso de miles de años, lo que se presenta como más evidente es que la secuencia ganó tanta velocidad que no permite la adaptación de los usuarios, con múltiples consecuencias para la cada vez más compleja sociedad actual. Entre estas consecuencias, despojado de todo prejuicio ético, el hombre actual disfruta en lo más obsceno de su creación “mediática” sus más viles intereses egoístas, despreocupado del derrumbe y ocaso de la organización en que vive. Ensimismado en el software al que voluntariamente conecta su vida, pierde noción de que la cocina se quemó y que el hardware se esfuma por la capa de ozono.
Pero no sólo el cambio es más rápido que la posibilidad de adaptarse. Hay cambio sin por qué, sin rumbo, sin necesidad. Pero vamos igual. Aquí vale preguntarse si el compost tecnológico que supone Internet y sus variantes ha creado realmente nuevos “medios” de comunicación, en el sentido de si realmente ocupan ese lugar en el circuito de la información tal cual lo definieron los teóricos del siglo pasado, o si esos modelos han explotado ya. ¿Realmente están en el medio? Más bien, han llegado ya a un punto en que son terminales individuales de autogestión de la comunicación.
En mi opinión, los medios ya no existen. Los que quedan, coexisten con un conglomerado tecnológico que permite a cada voluntad constituirse en planificadora, selectora, programadora y consumidora de su propio alimento informativo. El es triunfo de las videoculturas fragmentarias, de lo individual; por sobre los vestigios de una sociedad de masas, la apoteosis de lo colectivo, definida en el pasado.
Pero como todo paradigma encierra en sí mismo el germen de su propia oposición, es precisamente con esta omnipresencia de lo tecnológico, que surge evidente la esperanza de un mensaje universal, unívoco y revitalizador que haga despertar a este irresponsable sujeto fractal que subsiste en lo virtual hasta el minuto crucial de lo real. Faltan los líderes que lo emitan.


GLOSARIO

iPod: aparato digital reproductor de sonidos basado en un disco duro. Los últimos desarrollos reconocen archivos MP3, WAV, AAC/M4A, AIFF y Apple Lossless y tiene una capacidad de almacenamiento de hasta 60 GB (hasta 15.000 canciones o 25.000 fotos el modelo superior).

Notebook: ordenador portátil (en inglés también laptop). Es una pequeña computadora personal móvil, que pesa normalmente entre 1 y 3 kilogramos. Los portátiles son capaces de realizar la mayor parte de las tareas que realizan las Computadora_de_escritorio, con la ventaja de la movilidad. (Fuente: Wikipedia)

Palm: dispositivo móvil a modo de una computadora que cabe en la palma de la mano, que sirve para apuntar los datos de una cita o los pendientes, en la cual podemos revisar presentaciones, revisar y contestar correos electrónicos, modificar documentos, e incluso instalar juegos y aplicaciones diversas. Aunque estos microprocesadores ya vienen con algunas aplicaciones como agenda, calculadora y otros. También es posible “bajar” otras aplicaciones de Internet (creación de documentos, calculadoras científicas, aplicaciones financieras, juegos, etc). Por supuesto existe una cantidad infinita de aplicaciones y juegos (mas de 15,000) en Internet, algunos de los cuales son gratuitos y otros tienen un costo muy bajo.

Carlos Gallo